Subió al estrado con toda su sapiencia, con su traje azul marino, con los ojos color tiempo, con las marcas de toda la tristeza.
Habló de algunas otras marcas de violencia, de agresión y de algunas otras huellas, de lo indeleble del tiempo que avanzaba sobre él, también. Sobre nosotros.
Y dió un discurso largo acerca de las piezas que, sobre un tablero de ajedrez imaginario, se iban moviendo lentas. Casi quietas.
El siguió, siguió y siguió siguiendo, y escuché como a través de un túnel, sus palabras, su discurso,
su ponencia. Y pensé -“Él, definitivamente no es el indicado”.
Pero él era educado, hablaba bien y su traje azul marino no tenía ni una mancha. Definitivamente era yo el equivocado:
él era el amo de la ciencia.
yo tambien te amo y te extraño y ya tendras mi mensajito a las 12 =)
ResponderEliminarcuidate pepin y nos estamos viendo ! mañana los voy a despedir