domingo, 18 de octubre de 2009

Acerca de la felicidad

La felicidad no siempre es alegría. A veces es también como un silencio en las personas, en los teléfonos que no vas a atender, y te retumba en la cabeza como un bombo peronista, una peregrinación hasta Luján, y se ajusta, como boina radical a las cosas de tu vida que más duelen, que pensás que no podés solucionar.

Así ya no sentís que estás desorientado.
Así creés que nunca más van a poderte lastimar.

La felicidad son tres o cuatro amigos que se van para dejarte más espacio. No dejan fuegos encendidos, árboles caídos o caminos detenidos, pero están cerca por si acaso; alerta, por si te ponés pesado, por si el juego idiota de las lágrimas es una opción que estás volviendo a considerar.

Así, las cosas que suceden ya no son tan importantes.
Así vale la pena intentar cambiar el rumbo una vez más.

La felicidad, a veces es tristeza por las cosas que terminan sin remedio, imágenes que proyectás en la pared como en un sueño, una, dos, mil veces, y también tratar de comprender que no son tan amargos los finales ni tan dulces los estrenos, que lo nuevo tiende siempre a hacerse mierda, que lo viejo tiende siempre a mejorar.

Así sentís que estás en armonía con la gente y con tu vida.
Así no te sentís un puto extraterrestre, jugándola en off side

Son horas que no vuelven.
Es todo aquello que has dejado atrás.
Es algo de cuidado, una cuestión muy extraña, la felicidad.

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